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Sangre, Sudor y Amor

Relato de parto de mi segunda hija, Lua.

Esta vez fue distinto. Escogí. Escogimos. Y vencimos. La sensación de triunfo es indescriptiblemente generosa. Sensación de amor, acompañada de sangre y sudor. Tu llegada, así tal y como a sido, perfecta. Rodeada de seres luminosos, que esperaban impacientes tu llegada, al igual que yo. Bienvenida Lua.

Vivimos en la era del miedo. No por su presencia real, sino por ilusoria. Nos hemos acostumbrado a permanecer en cajas. A no cuestionar lo que nos rodea, nuestras relaciones, nuestras costumbres. Pobres de nosotros. Ya no distinguimos lo real de lo que no.

Nos afecta más una noticia falsa leída en Facebook que una mala experiencia. Estamos domando a nuestros cerebros hacia la indiferencia y la desilusión. Nos estamos acostumbrando al plástico y a su falta de vida. Al dolor, al sufrimiento y la desconfianza… y sin si quiera experimentarlos!

Estamos renunciando a las vísceras y al olor de la realidad. Olor de sudor, de sangre de fluidos vitales. De vida. De amor. De experiencias. Y así nos quedamos, mirando ficciones ajenas que nos provocan plástico. Sin sentir el pánico real, sólo aquel que se crea en tu mente. ¿Quizá estemos anestesiados? Sinceramente creo que mucho de esto tiene que ver con la manera en la que llegamos a este mundo.

Por eso esta vez, decidí cambiarlo. Decidí informarme. Leer tiene sus ventajas, y es que así nadie te impone sus imágenes. Puede acontecer a tu gusto, y en cada ocasión de manera distinta. Así cuando llega el momento de la realidad, de experimentarlo, tienes un mapa del camino. Estás atenta, presente. Así hice para vivir el parto de Lua. Leí, leí mucho. Relatos, libros, artículos, estudios, guías. Y escuché, escuché cada palabra que me rodeaba, cada silencio que me otorgaba. Para así también escuchar a mi cuerpo. Tenerlo listo. Activo, no asentado.

Caminar, una buena dieta, y determinación. No pensar que estás enferma. Lo que experimentas es simplemente un cambio, y no sólo un cambio físico. Sino de paradigma. Te preparas en pro y sabiendo que ahí no se va a acabar. Eso es sólo el principio de algo más grande, convertirte en madre.

Da igual si es la primera, la segunda, la tercera. Tu vida sufrirá un cambio. Deberás adaptarte a la siguiente integrante. Seguir sus ritmos, observar su camino y brindarle lo mejor. Creo que a veces no somos conscientes, de la gran ventaja que nos proporciona el tiempo del embarazo. Un momento para reposar, pensar y trazar una guía para el futuro. Porque sin duda el cambio que se avecina es radical, y no lleno de dulces como nos venden en los comerciales.

Decidir parir en casa es fácil. Si te has informado lo suficiente, si su discurso te convence y te llena el corazón. Si crees en un mundo mejor. Lanzarse a ello es un gozo indescriptible. Porque, hacer realidad algo que la mayoría va a cuestionar es un triunfo. Como decía al principio. La mayoría de temores que experimentamos no son reales, los creamos con nuestra mente. O los crean. Vencerlos es cuestión de intención. De confianza.

Mi segunda a llegado a mis brazos en el sofá de mi casa, he podido sobrevivir a las contracciones con música que me agrada, incienso, oscuridad, los brazos de mi pareja, de mi hija, de mi vecina, de su hija y su perra y de mis matronas. Las guías del viaje. Un viaje que decidí emprender desde el nacimiento de mi primera.

Decidí no creer en el dolor. Decidí creer que soy capaz. Así surfear esas olas fue real. Sentir mi cuerpo elevarse desde mi chakra raíz, hacia la coronilla y más allá. Indescriptible. Maravilloso. Y cuando por fin llegó momento. Cuando ya abrí las compuertas. Allí me quedé. Dudando, batallando, escuchando a todos esos fantasmas que me susurraban verdades ilógicas, miedos, juicios. Donde el TÚ NO ERES CAPAZ retumbaba fuerte. Y así anuncié. NO PUEDO.

Qué bobada. Eso me contestaron mis guías, todas. Claro que podía. Yo sabía que esos sólo eran miedos infundados. así que me armé de valor y decidí. YO SÍ PUEDO. Grité para reclamar lo que era mío. Y de repente, la tenía en mis brazos. Sintiendo su latir fuerte, junto al mío. Gracias. Alivio. Alegría.

Sentimientos llenos de luz y amor inundaron la habitación. Y perduran en ella, aún los siento, y me reconfortan. Traer una nueva vida desde la paz de tu hogar es lo más valioso que he experimentado. Y estoy segura que no sólo yo, sino toda mi familia. La tribu que me rodea. Soy feliz, porque ahora sé que puedo. Puedo decidir, experimentar y ser.

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